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Flori Marrero |
Reflexión
sobre la gran diferencia entre el número de niños y niñas en el deporte de
base.
Desde hace unos años llevo
observando y analizando la diferencia entre el Baloncesto femenino y el
masculino en edades tempranas y puedo decir con certeza que el número de
componentes de nuestros equipos de niños superan con creces al de las niñas.
Les hago un resumen de la
situación del Club del que formo parte desde hace 8 años. La temporada pasada
en nuestra “Escuela de Baloncesto” (edades comprendidas entre los 3 y los 8
años) llegamos a tener 35 niños de los cuales 4 eran niñas. Esta temporada, en
el mismo grupo, tenemos 30 niños de los cuales solo 1 es niña. En la categoría
Benjamín podemos contar con 13 niños, ninguna niña. Si nos vamos a las
categorías Minibasket y Pre Mini basket tenemos tres equipos masculinos con 27
niños en total y el mini femenino con 9 y así podría seguir con varios equipos
más pero creo que ha quedado claro a dónde quiero llegar.
¿Son las niñas las que
deciden lo que quieren hacer en sus ratos libres o lo hacen sus padres? ¿De verdad
creen que una niña tiene las mismas libertades que los niños? Yo creo que por
el hecho de nacer niña, desde muy pequeñas las estamos condicionando a que hagan
ciertas actividades en las que se evita el contacto, que no sea muy importante
la forma física… No dejo de escuchar:
“no te subas ahí que te vas a caer”, “no corras que te vas a romper las
mallas”, “no trepes”, “no empujes”, “no juegues a fútbol porque te pueden dar un
golpe”. Y yo me pregunto ¿es que las niñas no tienen derecho a correr, a
ensuciarse, a caerse y hacerse “heridas de guerra”? Todo esto tiene unas
consecuencias y es que día tras día nos encontramos con niños que empiezan a
jugar al Baloncesto y entienden el juego rápidamente, son pícaros, ágiles y
avanzan en su aprendizaje a buen ritmo. En cambio con las niñas cuesta más,
tienen miedo al contacto, a que las empujen, a caerse, tardan más en entender
el juego y por lo tanto en comenzar a competir y esto es debido a lo que han
ido absorbiendo desde pequeñas, a lo que la sociedad les ha transmitido. Por
eso las niñas no quieren hacer deporte, no están acostumbradas al esfuerzo, a
las exigencias de un entrenador, esto último es otro tema del que también
podría hablar largo y tendido. ¿Los padres permiten que se le exija lo mismo a
un hijo que a una hija? Mi experiencia me dice claramente que no, no lo
permiten. En cambio a sus hijos sí quieren que los hagamos fuertes, veloces,
que luchen, que sean duros, que sean unos campeones, pero a sus hijas… es que
les gritamos demasiado, es que les exigimos demasiado, es que ellas no aguantan
lo mismo.
Las exigencias nunca son
las mismas. Los equipos femeninos de nuestro Club faltan más a entrenar que los
equipos masculinos con muchísima diferencia. Los motivos según ellas o sus
padres son, entre otros, que tienen que estudiar, que tienen mucha tarea, que
les duele un poco la cabeza, que tienen que acompañar a sus padres de compras.
Yo me vuelvo a preguntar ¿y los niños de mi localidad? ¿no estudian? ¿no hacen
tarea? ¿no se encuentran mal en algún momento?
Porque haya estudios que
aseguren que la fuerza en el género masculino es mayor que en el género
femenino no significa que tengamos que encerrar a nuestras hijas en una
“burbuja”. También hay estudios que indican que los resultados en las pruebas
femeninas exhiben un déficit socialmente inducido, es decir, que tienden a
evitar acciones de fuerza por razones psicológicas.
Por tanto, invito a los padres y al resto de la sociedad
a que tratemos con igualdad tanto al niño como a la niña, que puedan jugar con
libertad y que conciban el deporte como actividad apta tanto para el género
masculino como el femenino con sus riesgos y exigencias.
Flori Marrero
Entrenadora del Club
Baloncesto Realejos.